Recuerdo que en generaciones anteriores a los chicos de dos o tres años que recién empezaban hablar, los adultos, trataban de hablar de la misma manera que hablaba el niño, con palabras incompletas, si al pequeño le costaba pronunciar la "r" por ejemplo, el adulto también hablaba sin la r, pensando que de esa manera se igualaba y el niño no se sentía inquieto por una pronunciación diferente del adulto; esto era un grave error ya que el chico entendía que lo que hablaba mal el adulto era lo correcto.
Recuerdo que cuando era pequeño lo mismo me pasaba a mí, yo entendia perfectamente la charla de mayores, su mundo en realidad ya era mi mundo, aunque ellos pensarán que yo no los entendía.
Es hora de volver a contarle cuentos a los pequeños, de disfrutar con ellos del lenguaje en plenitud, de preguntarles qué les pasa en el Jardí de infantes, que aprenden, si dibujan, pintan o la señorita les cuenta cuentos, y cuando los empecemos a escuchar con detenimiento nos daremos cuenta de que realmente son muy inteligentes, mucho más de lo que imaginamos.
Néstor Salgado
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